Lo que comenzó como una amistad inquebrantable, de esas que uno dice “ni la muerte los separa”, terminó en una escena de telenovela en pleno centro del pueblo, justo frente a la panadería “El Pan de la Abuela”. Carlos y Arturo, conocidos por todos como los “hermanos de la vida”, protagonizaron una pelea a puño limpio tras descubrir que la misma mujer, una tal María Fernanda, los tenía a ambos envueltos en su red de seducción como si fueran marionetas de un teatro trágico.
Un triángulo amoroso más enredado que novela turca 💫📺
Según testigos, la historia venía fermentándose desde hace meses, como esos vinos añejos que explotan al primer sorbo. Carlos y Arturo, quienes crecieron juntos, compartieron desde bicicletas hasta las penas de la adolescencia. Lo que jamás imaginaron es que compartirían también… el amor de una misma mujer.
María Fernanda, de ojos verdes como el jade ancestral y una risa que derretía incluso al carnicero más rudo del mercado, apareció en la vida de ambos como un cometa fugaz: brillante, veloz y desconcertante. Primero salía con Carlos, con quien se la veía en el parque de las luciérnagas todos los viernes. Luego, misteriosamente, empezó a tener encuentros “secretos” con Arturo, que según ella eran para “hablar de literatura y emociones profundas”.
¡Ja! Emociones profundas, sí… como las heridas que se abrieron el pasado domingo.
El duelo en plena vía pública: “¡Me la robaste, sapo!” 💢🐸
Alrededor de las 4:17 p.m., justo cuando el sol pegaba con ganas, Carlos y Arturo se encontraron sin querer en la esquina de la calle principal. Lo curioso es que ambos estaban esperando a María Fernanda. Ella, como buena maestra del engaño, les había citado a la misma hora y en el mismo lugar, como si disfrutara ver arder el mundo cual piromante emocional.
El primer golpe lo soltó Carlos, gritando “¡Me la robaste, sapo traicionero!”. Arturo respondió con una llave de lucha libre digna de la WWE, mientras los transeúntes grababan con sus celulares y comentaban en vivo en Facebook.
“Fue como ver una mezcla entre novela venezolana y película de Tarantino”, dijo Don Eusebio, el dueño del quiosco de empanadas.
El giro inesperado: María Fernanda desaparece… como si nunca hubiera existido 🌫️🕵️♀️
Pero lo más inaudito no fue la pelea. Fue lo que vino después.
Cuando finalmente lograron separarlos, ambos heridos y llenos de rabia, decidieron confrontarla juntos. Buscaron su perfil en redes sociales… y nada. María Fernanda había desaparecido del mapa. Borró cuentas, cambió número, y en su apartamento solo quedaron algunas flores secas y una nota que decía:
“No se peleen por mí. Yo solo fui el reflejo de lo que ustedes no querían aceptar: que a veces el amor no es más que un espejo roto.” 🖤
Desde entonces, surgieron teorías de todo tipo: que María Fernanda era una actriz enviada por un programa de televisión, que era una experta en manipulación psicológica o incluso que nunca existió, y que fue una ilusión compartida —una especie de alucinación colectiva amorosa, como diría algún filósofo con tragos encima.
Epílogo: ¿Y la amistad?
Carlos y Arturo, ahora con el orgullo magullado y el corazón en modo reconstrucción, decidieron tomarse un tiempo para sanar. No se hablan desde aquel día, pero según los rumores, ambos asisten al mismo taller de meditación emocional para hombres heridos que se lleva a cabo los jueves en el centro cultural.
A veces, el amor duele. Pero más duele cuando lo que duele es la traición entre hermanos.
📢 ¿Te ha pasado algo similar? ¡Cuéntanos en los comentarios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario